José Javier Salas: “para apoyar la educación no sirven cursillos de emergencia”

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A propósito de la conmemoración del Día del Maestro, el director de la Escuela de Educación de la UCAB reflexionó sobre la realidad de los docentes y de la enseñanza en el país

Por Marina Piña/Fotos: Manuel Sardá

Venezuela necesita referentes positivos para poder continuar adelante, mostrar a esa gente que durante años ha sido ejemplo, por su motivación y quehacer, en el área donde se mueve. Y es que, más allá de los próceres, hay hombres y mujeres que son casi héroes o heroínas porque asumen batallas, con casi todo en contra, con el fin de formar ciudadanos de bien, instruidos, capaces de insertarse en la sociedad y aportar en su desarrollo. Hablamos de los educadores, nuestros educadores, tan maltratados y humillados hoy en día.

Este 15 de enero se conmemora el Día del Maestro, fecha instituida para recordar a esos educadores que fundaron, en 1932, la Sociedad de Maestros de Instrucción Primaria, con el fin de dignificar su profesión y hacer respetar sus derechos.

En su honor presentamos a un referente educativo del país: José Javier Salas, director de la Escuela de Educación de la Universidad Católica Andrés Bello, quien comenzó su “carrera” en el campo docente siendo apenas un adolescente, por allá por los años 80, cuando se enlistó como voluntario en el “Liceo de vacaciones”, iniciativa de apoyo escolar que llevaba adelante el grupo Utopía en la parroquia La Vega de Caracas, de la mano del sacerdote jesuita Jean Pierre Wyssenbach.

Egresado en 1999 de la UCAB como licenciado en Educación mención Física y Matemática, desde el año 2000, José Javier Salas trabaja como docente de esa institución. Este 2020, este caraqueño celebra dos décadas formando nuevas generaciones de maestros y de ciudadanos.

¿Cómo ve al docente hoy?

“Los maestros van en su mayoría a colegios privados donde les pueden ofrecer un mejor sueldo. Hay otros sitios donde tú sientes que estás contribuyendo más con el país y aceptas trabajar por lo que te puedan ofrecer, aunque sea poco. Pero es distinto hacerlo si tienes resueltas tus necesidades básicas, que como opción de vida. Tenemos el ejemplo de Fe y Alegría que logra, generalmente con un sueldo bajo, captar a un gran número de héroes y heroínas, realmente dignos de admiración. Lo logran, y hay que felicitarlos por eso, pero hay que defender un sueldo digno para la gente de Fe y Alegría, para Avec. Fe y Alegría es cada día más importante, pero por más agradable que sea el ambiente, por más convencido que estés de la visión de la obra, no vas a poder con la situación. Cada día se les hace más cuesta arriba”. 

La Escuela de Educación ofrece oportunidades de formación para los jóvenes y los profesionales. Háblenos de ellas.

“En la UCAB tenemos tres programas: el Educa 20-20, dirigido a jóvenes entre 17 y 24 años que se quieran formar como educadores y a quienes se les otorga una beca completa. Los apoyamos y después tienen que cubrir una de las vacantes en Fe y Alegría. Eso es innegociable, tienen que buscar el colegio que les quede más cercano. No pedimos que nos devuelvan los millones que cuesta la matrícula, sino que nos ayuden con el servicio en Fe y Alegría. Tenemos el Programa Especial de Licenciatura en Educación (Preslied) dirigido a profesionales de cualquier área que quieran licenciarse en Educación. Para ello tienen que asistir todos  los bados a clases presenciales durante dos años,  y al completar las materias, se gradúan”.  

¿Cuánto tiempo tiene el Preslied y cómo se ha ido desarrollando?

“Tiene más de 10 años, ha bajado mucho, al comienzo estaba full, llegamos a tener hasta dos grupos simultáneos. Las circunstancias han cambiado y ahora el grupo de adultos que trabaja en educación, sin ningún estudio académico serio, es enorme. Por eso se creó el Programa Especial de Profesionalización de Docentes en Ejercicio (Proprof), que es un programa de profesionalización para bachilleres o educadores no graduados, dura cuatro años, con clases presenciales los viernes y bados. Este programa es indispensable y estamos seguros de ello”.

 

¿Cuál es la diferencia entre este programa y el que ofrece el gobierno a los bachilleres?

“El Proprof es una carrera de profesionalización de cuatro años de duración. No es el Plan Chamba Juvenil ni mucho menos la Micromisión Simón Rodríguez, de año y medio. Esta última se apoya en una propuesta que no era tan descabellada, pero esa barbaridad de, en año y medio, montar todo el tinglado de matemáticas para bachillerato, eso no se puede hacer, es imposible. Yo tardo ocho semestres para que mis estudiantes vean todas las matemáticas que creo pueden necesitar para trabajar. Ellos (el gobierno) pretenden decirle a una persona que se formó para maestro en la Bolivariana o la Unefa que, que con este curso de 18 meses y un libro de matemáticas de primer año, pueden abordar el aula de clase. Yo le doy este material a un profesor-bachiller que estudió para maestro y no lo comprende, no lo puede hacer y por eso no han logrado tapar las vacantes que hay en secundaria, porque, además, si usted se formó para hablar con niños, aborde a un adolescente como lo hace con un niño de quinto grado y verá que no puede, te come, te escupe, te mastica. Son adolescentes, están en una etapa donde tú tienes que conocer muy bien con quién estás hablando. Por eso se les cae todo”.

¿Y el Plan Chamba Juvenil?

“El Plan Chamba Juvenil es otra barbaridad, se entiende que van a incorporar como asistentes docentes a estos jóvenes para que acompañen a los maestros y, en dado caso, si estos no pueden o no quieren venir, pues que no vengan, que el muchacho se encarga. Eso va a permitir que el maestro haga otras cosas, total allí está el asistente. No creo que el ministerio llegue a la obscenidad de ofrecerle un sueldo mejor que al maestro. Así que difícilmente va a poder retener al de Chamba Juvenil haciendo lo que hace el titular y, por lo tanto, también se va a caer ese plan. Cómo se puede pretender que un joven de bachillerato, recién graduado, va a hacer lo que hace un profesor que si estudió, y suponer que aprenderá en la práctica. Eso es una barbaridad, y allá el padre o representante que se quiera engañar”.  

 

Uno escucha mucho eso de que nadie quiere ser educador…

“El tema de que nadie quiere ser docente es una cosa que hay que verificar, porque nosotros, por ejemplo, con el programa Educa 20-20, tenemos más de 150 becarios, más de 50 reciben almuerzo, a más de 12 los ayudamos con la  residencia. Es un programa costoso para la universidad y para el financista. Actualmente, el financiamiento es muy alto para un nuevo grupo, a pesar de tener más de 300 personas esperando y más de 400 adultos entre Preslied y Proprof. Hablamos de 700 personas que quieren estudiar educación. Se dice fácil, yo he ido a la televisión, la radio, la prensa y lo he dicho, la gente está porque le ofrecemos un título que sí le permite emanciparse, ser un profesional exitoso. Lo que necesitamos son los recursos. Al final no tiene que ver con la carrera que elijas, sino con el esfuerzo y el empeño que le pongas a las cosas, y nosotros lo hicimos y lo seguimos haciendo. Hemos caminado, hablado de lo bueno que es ser docente. Realizamos eventos, hemos puesto frente a estudiantes de bachillerato, a través del teléfono, a educadores que están en España, en Estados Unidos, contando su experiencia en el área, afirmando que es lo mejor que pudieron haber hecho en su vida”.

¿Cómo conseguir más recursos para la formación docente?

“Debemos convencer, por ejemplo, a un grande como Unicef de que, para apoyar a la educación, no sirven cursillos de emergencia. Hay que convencerlos de que esa no es la vía, sino que a las personas hay que incorporarlas a programas que duren dos o cuatro años y que, durante toda su formación, tengan que devolver lo que están aprendiendo en trabajo, por ejemplo, dentro de los planes de Unicef para la educación. Esa es la verdadera vía, pero muchos tienen una valoración muy mala de lo que significa la carrera docente, creen que cualquiera puede serlo, que para ello no hace falta sino que alguien diga tres o cuatro ideas principales. Ante toda esta situación educativa, desde la UCAB  hemos levantado la voz, hemos peleado, hicimos y deshicimos con tal de no pecar por no decir y eso quedó, hay documentos escritos firmados por nosotros, reclamando, señalando. Nosotros hemos hablado de lo bueno que es ser docente”.

 

 


Nacido y criado en La Vega, José Javier Salas estudió bachillerato en un liceo público: el Aplicación. Ingresó a la UCAB a estudiar Educación pagando sólo 15% de la matrícula durante el primer año. Para ganar ese dinero trabajaba en las mañanas en la calle, haciendo encuestas para una oficina de ventas de resorts. Luego, por mérito académico, fue designado preparador de un curso de Matemáticas en Educación Preescolar.

Se graduó en 1999, al año siguiente comenzó una maestría en Matemáticas en la Universidad Simón Bolívar y era profesor de Informática Educativa a medio tiempo en la UCAB; en 2004, fue nombrado asistente a la coordinación de Física y Matemática; en 2007 hizo el doctorado en Ciencias, mención Matemáticas Computacionales.

Durante todos esos años ha mantenido su contacto con el Grupo Utopía, el “Liceo de Vacaciones” y las Olimpiadas de Matemáticas y Castellano que se realizan anualmente en varios sectores de La Vega.


 

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