Luego de años en el campo de la administración, este caraqueño acudió al llamado de un viejo amigo, quien lo guió de vuelta hacia su vocación. Armado con el acervo de su formación católica y la voluntad de ayudar al prójimo, transita la tercera década de trabajo comunitario en el sector La Colmena de la parroquia Antímano, donde vela por el bienestar de la gente y guía a cientos de muchachos como director de la Escuela Técnica Industrial San José Obrero de Fe y Alegría
*Por Diego Salgado
Un compromiso que nació hace 35 años y que se ha afianzado con el paso del tiempo. Esa es la historia de Rafael José Peña Díaz, quien a sus 54 años de edad ve en la vida matices que pueden resultar imperceptibles para el ojo del venezolano común. Es esa, precisamente, una manera apropiada de presentar su obra; la de un hombre al que le sobra poco, pues tiempo atrás aprendió a dar mucho.
Licenciado en Educación con maestría en Educación Técnica, Peña representa, a través de su trabajo como director de la Escuela Técnica Industrial (ETI) San José Obrero Fe y Alegría, un punto de apoyo para miles de jóvenes oriundos de La Colmena, en la parroquia Antímano, en Caracas, quienes, desde 2008, están al cargo de este hombre, cuyo camino deja ver marcas de muchos aprendizajes y experiencias que han hecho de la educación una vocación más que un trabajo.
Influenciado poderosamente por catequistas, buena parte de su quehacer dentro de la comunidad del sector se extiende a actividades comunitarias como vía crucis y vía luxis, prácticas de oración típicas del catolicismo; el refuerzo académico a docentes de los colegios circundantes a la zona y la gestión de apoyos académicos y becas en alianza con la UCAB.
Desde su espacio, ha organizado operativos de salud, planes vacacionales, donaciones de juguetes para niños y creó un comedor social para 50 niños de su comunidad. Se ha dado a la tarea de identificar las necesidades de su comunidad; problemas alimenticios, pies descalzos o falta de educación han sido algunos de los frentes en los que ha disputado -y disputa- su lucha.
¿Cuál es el compromiso que te mantiene ligado a la comunidad de La Colmena?
“Para mí, la ETI San José Obrero Fe y Alegría es un proyecto de vida, es mi pasión. Siento que mi compromiso va más allá de La Colmena…es por mi parroquia de Antímano”.
¿Cómo nació tal compromiso?
“A los 19 años, participé en un trabajo social en la calle El Carmen de Antímano, con motivo de las festividades del Día del Niño y de la Virgen del Carmen. También estuve presente en actividades culturales y en la organización de la junta de vecinos del sector. Junto a varios amigos jóvenes, visitamos casi todas las casas del barrio y empezamos a ver las necesidades de las familias. La idea era sumarnos en un trabajo comunitario a favor de todos y deslastrarnos de los beneficios politiqueros. Durante más de 20 años, seguí organizando las fiestas de la Virgen del Carmen y del Día del Niño. Siempre tenía fines de semanas intensos en actividades, juegos, premios y regalos. Algunas veces llevé un colchón inflable para todos los chamos del barrio. Todos los años conseguía apoyo de amigos y empresas, conseguí durante 5 años tarjetas de invitación para que fueran gratis al parque de diversiones Diverxity, pues los niños que estaban a mi cargo en aquella época nunca habían ido. Mi propósito siempre fue que estos chamos del barrio tuvieran otras oportunidades y fueran felices”.
¿Cómo te veía la parroquia por aquel entonces?
“Entre mis actividades en la parroquia, organizaba con otros catequistas iniciativas fuera de la iglesia, en carnaval, semana santa o diciembre. Las realizamos en las comunidades de la calle El Carmen, la Coromoto y Pueblo Nuevo. Estuve casi 26 años de mi vida en las actividades pastorales de la parroquia, lo que me llevó a conocer muchos sectores y personas de Antímano”.
Si bien realizas todo tipo de actividades para tu comunidad, ¿cuál es el enfoque que le das a este servicio?
“Considero que mi aporte a la comunidad está representado en cada necesidad que me plantean y que siento que puedo vincular con otras personas para encontrarles solución. Desde muy joven siento que aprendí a gestionar, buscar ayuda y sumar voluntades. Como director de la ETI siento que mi aporte está en animar, en brindar esperanza y que nuestra escuela sea un farol dentro de una comunidad tan compleja y creo que todos podemos aportar algo”.
¿Cuándo descubriste esta vocación?
“Mi vocación por el trabajo comunitario se inició hace más de 35 años en el barrio El Carmen. Ahí comencé como catequista de niños de primera comunión los sábados y los domingos en la parroquia. Allí conocí al padre Carlos Guerendiaín, sacerdote encargado de la catequesis. Yo trabajaba en una empresa privada y estudiaba administración en la Universidad Santa María, en el Paraíso, pero en mis tiempos libres, apoyaba al padre en su proyecto de construir un centro educativo para muchachos que estaban fuera de las escuelas. Lo asistí con rendiciones de cuentas, elaboración de proyectos, entre otras cosas. Nuestra amistad creció y se fortaleció en el tiempo”.
Y ¿cómo evolucionó hasta ser lo que es hoy en día?
“En el año 1998, el padre Carlos me consiguió trabajo en Fe y Alegría para coordinar un proyecto de capacitación laboral para jóvenes excluidos que iniciaba a nivel nacional. Mis trabajos habían sido en el campo de la administración, pero él siempre me animaba a estudiar educación, pues quería que yo fuera el director del colegio. El 8 de diciembre de 2008 me gradué como Licenciado en Educación y ya estaba en el colegio ejerciendo formalmente el cargo. No llegué a la vocación docente por estudios formales, sino por las vivencias de la catequesis que fueron formando mi corazón y mis ganas de enseñar”.
Una persona con un historial tan extenso en cuanto a trabajos comunitarios debe tener unos valores muy bien definidos. ¿Es este tu caso?
“Soy una persona sencilla, honesta y procuro ser justo y servicial; me gusta ayudar. Quiero estar siempre ahí en donde me puedan necesitar. Esto es en gran parte por la influencia de mi mamá. Fue maestra por varios años en la escuelita de mi casa, en el barrio El Carmen. Siempre estaba dispuesta a ayudar a cualquiera que se le acercaba. Otra característica que tengo es la de escuchar y, con el favor de Dios, dar una palabra de aliento”.
Entendiendo las carencias a las que se enfrenta la familia venezolana en general, ¿qué te preocupa de la realidad a la que se enfrentan los habitantes de tu comunidad y cómo afrontas esta situación?
“Me preocupan las necesidades del día a día que viven y que se han agravado con el pasar del tiempo. Las fallas del servicio de agua, de alimentación, de medicina, entre otros, pero sobre todo, la carga emocional que a todos nos aqueja. Las afronto buscando aliados que me ayuden a transformar esta realidad. Como siempre lo digo, me plantean un problema y procuro dar una solución”.
¿Cómo haces posible seguir adelante con las actividades de la escuela a pesar de la crisis generalizada que vive el país y, ahora, en medio de una crisis sanitaria?
“Estoy convencido de que Dios es quien me mueve y me anima. He contado con un apoyo familiar desde que inicié este camino de trabajo social que me ha permitido mantenerme productivo en lo que me gusta y me hace feliz. Soy una persona que, desde adolescente, apostó por brindar oportunidades a otros, por eso me he ganado la confianza y respeto de muchas personas que me ayudan en mi gestión, haciéndola más fácil”.
¿Qué has aprendido gracias a tu trabajo en la escuela y a tu colaboración con la comunidad?
“Que soy un hombre feliz y bendecido por Dios por haberme conducido a lo largo de vida por el camino del bien y del servicio; además, por permitirme experimentar la felicidad más al dar que al recibir. El trabajo social es duro, es difícil, pero cuando estás fortalecido en tu vocación, vas hacia adelante, vas abriendo puertas y sumando voluntades. He contado con un apoyo familiar sólido y sostenido en el tiempo que me ha permitido estar donde quiero estar”.
¿Qué es para ti la solidaridad?
“La solidaridad es la capacidad que tiene cada persona de mirar el bien que puede hacer al otro. Es darte y disfrutar al hacerlo”.
Además de la actitud positiva que emanas, dices contar con una gran influencia del catolicismo. ¿Qué tan apegado estás a la religión?
“Soy una persona católica por tradición familiar que aprendió de las enseñanzas de Jesús en las misas dominicales a las que asistía regularmente desde los 17 años, aproximadamente. No estoy apegado a los rituales, sino al sentido de la oración y de la acción. Me apego más a las enseñanzas de Jesús, quien nos muestra un camino abierto, en el que todos cabemos con nuestras particularidades. Claro, siempre pongo por delante que soy católico porque ello me ha hecho lo que soy. He adoptado un sentido de apertura, gracias al cual comprendo que todos, independientemente de la religión que profesamos, somos hijos de Dios y que él está para todos nosotros”.
¿Cómo influyen tus creencias en tu labor? ¿Qué actividades te llevan a estar en contacto con la espiritualidad?
“Mis creencias son determinantes en mi labor. Mi confianza en Dios, sentirme acompañado por él y saber que me guía me da la seguridad para avanzar y creer que es posible hacer las cosas. En el tiempo que pasé en la catequesis, siempre pensé en actividades para iluminar a la comunidad y evangelizar desde la realidad. Me mantengo en contacto con la oración, asisto a misa los domingos, participo en actividades de formación espiritual en el colegio o en Fe y Alegría, comparto lecturas bíblicas en las reuniones con padres y reflexiono sobre las enseñanzas de Jesús”.
¿Recuerdas alguna anécdota que te haya marcado durante los años que le has dedicado a esta vocación?
«Son muchas las anécdotas que me han marcado durante todos estos años de vocación en el servicio comunitario y educativo. Puedo citar mi encuentro con la familia Marcano, el conocerla de cerca y acompañarla a lo largo del tiempo en su dramática vida. De ellos, Mariota era una mujer indigente, pero compartimos una gran energía durante la emergencia causada por las lluvias en el año 2010 y la organización que hicimos desde la parroquia para apoyar a los vecinos cercanos del colegio que vivían cerca del manantial de la bomba”.
¿Alguna otra?
«Tengo otras dos: En una homilía, el padre Antonio Muerza dijo que ‘Jesús pasó la vida haciendo el bien y él te invitaba a ti a hacer lo mismo’. Desde ese momento, esto se convirtió en mi filosofía de vida. La segunda, una frase que escribí en una obra de teatro que hice con los niños de la catequesis hace más de 30 años, en honor a la festividad de la Virgen del Carmen, y que decía: ‘madre, que quien me mire, te vea’. Procuro, en mis acciones, mostrar el rostro de Dios, es mi deseo y mi filosofía, desde mis limitaciones humanas, por supuesto, y conservando la distancia que existe”.
Mencionaste el ejemplo de tu madre como factor determinante en tu crecimiento personal, ¿cómo describirías el motor que te impulsa a ayudar?
“Mi madre siempre fue una mujer dedicada a servir, ayudar y a estar ahí. De ella lo aprendí. Soy el séptimo de ocho hermanos, todos con una calidad humana a todo dar. Quizás me destaco más en lo público, pero todos recibimos una formación maravillosa de nuestros padres, la cual nos ha hecho estar ahí para ayudar”.
Ahora que recordaste esto, ¿cómo compaginas esta labor con tu vida profesional?
“Ser educador vino a darle apellido a lo que soy como ciudadano. Esta labor está integrada en mi vida y es mi esencia. Así lo siento y vivo”.
¿Qué buscas inspirar en las personas que descubran lo que haces?
“Que todos podemos hacer un mundo diferente, que podemos ser partícipes del plan original de Dios de estar en este mundo para ser felices contribuyendo con la creación y ayudándonos unos a otros. No es posible estar bien cuando sabes que tu hermano no lo está. Busco que descubran a Jesús, quien nos mostró una forma de vida, claro, con todas nuestras limitaciones humanas”-
¿Qué mensaje le darías a un joven que, quizás, piensa que esta labor no le concierne, para que descubra la importancia y la satisfacción que se consigue en trabajos como el que realizas?
“Ser educador no es para cualquiera, y tener un trabajo en la comunidad tampoco lo es, sobre todo en tiempos en los que los intereses mueven a las personas. Entiendo que la mayoría de los jóvenes viven en un mundo más individualista y con muchas opciones que los llevan a buscar su propio bienestar. Esto es válido. En ese contexto, lo que puedo decirles es que la vida es mucho más que ‘el tener’. Cada día tengo la oportunidad de ser feliz viviendo ‘el aquí y el ahora’, potenciando mis energías con lo que quiero y alternando esta creencia con la disposición de ayudar. Pueden empezar por cosas sencillas que vayan moldeando su corazón, como confiar en un Dios que nos ama y que, por su gracia, nos invita a todos, todos los días, a mirar al otro y ver cuánto podemos hacer por él”.
¿Cómo fue este proceso para ti?
“Trabajé muchos años en la empresa privada y gané mucho dinero, pero aun cuando me sentía muy cómodo y feliz porque podía darme mis gustos, esa sensación no se compara con lo que empecé a vivir desde que inicié mi vida en el servicio comunitario y educativo ‘formal’, porque siempre que trabajas en la comunidad educas con tus acciones y valores”.
Finalmente, ¿cuál es tu opinión sobre el trabajo que has hecho hasta ahora?
“Mi balance es que lo he hecho bien, con la bendición de Dios y con la ayuda de muchas personas que creen y confían en mí”.
Aquellos interesados en contribuir con la labor de Rafael Peña, en la Escuela Técnica Industrial San José Obrero Fe y Alegría, o colaborar con la comunidad de Antímano, pueden contactarlo vía correo electrónico (rafape191@hotmail.com o uesanjoseobrero@gmail.com) y vía telefónica (0414-2554422 o 0212-4721474).
Hoy más que nunca es fundamental mostrar y replicar las historias de lo bueno que hacemos, de lo mejor de nuestros gentilicio, con el fin de (re)construir ese tejido social que propone y actúa por el bien común.
Si eres parte de ese ejército de #GenteDeBien o conoces a alguien que lo sea y quieres que contemos su historia, escríbenos un mensaje con la información del trabajo realizado, así como de los datos de contacto, al correo electrónico retopaisvenezuela@gmail.com.
Fotos: Cortesía Rafael Peña