Publicista y productora audiovisual, esta venezolana lleva más de una década comprometida con la labor de Caja Mágica, asociación civil sin fines de lucro cuyo propósito es llevar alegría a niños de comunidades vulnerables y promover en ellos la superación, a través del juego y la creatividad.
*Por Diego Salgado
Abocada a “retribuirle al universo” todos los éxitos que este le ha brindado, tanto en su vida personal como profesional, Constanza Profeta, publicista y directora de la casa productora Soda Producciones, ha mantenido por más de una década un inquebrantable compromiso con la labor de brindarles sonrisas a cientos de niños en Caracas.
Luego de vivir años prósperos en su empresa y de aprovechar sus instalaciones como centro de acopio de medicinas y alimentos en varias ocasiones, Profeta y un grupo de amigos decidieron darle forma a Caja Mágica, un proyecto benéfico que empezó a gestarse el 24 de diciembre de 2004 y que se formalizó varias navidades después.
Desde entonces, son muchas las actividades hechas ad honorem para pequeños de sectores vulnerables de la ciudad, muchas de ellas convocando la participación de artistas o acompañando a otras organizaciones aliadas en su quehacer. La lista incluye desde la producción de mensajes benéficos para la ONU a la realización actividades culturales y de estímulo a la creatividad en distintas comunidades, además de la donación de juguetes en casas hogares que dio origen a este proyecto.
En medio de la crisis que agobia al país, ahora el objetivo de Profeta y su grupo es seguir abriendo esta caja de sonrisas en los tiempos por venir, a pesar de que las dificultades económicas pueden hacer más difícil para muchos ayudar.
¿Cuál fue la actividad con la que nació Caja Mágica o, al menos, la que derivó en la concepción del proyecto?
“Nace hace más de diez años como una iniciativa propia. Había sido un año próspero para la productora y empecé a sentir un gran compromiso hacia los niños; entonces, se me ocurrió ir a una juguetería y decirle a la cajera que llenara de juguetes dos carritos de supermercado, porque yo iba a un hospital a entregarlos. Era un 24 de diciembre, llamé a una amiga y le pedí que me acompañara al Hospital de Niños J. M. de los Ríos, en el cual había muchos niños hospitalizados y, siendo la noche de Navidad, me pareció bonito darles un regalo. Cuando llegamos, hablamos con una enfermera y empezamos a entregar juguetes en todos los pisos”.
¿Cómo es que este evento escaló hasta convertirse en Caja Mágica?
“Fue tan bonito que al año siguiente lo volví a hacer, pero, esta vez, varios amigos me acompañaron. Al año siguiente, se sumaron más amigos y, al cuarto año consecutivo, apoyé a una fundación que daba asilo a muchos niños, logrando que cada uno de mis amigos les hiciera un regalo. Durante varios años de trabajo conjunto con esta fundación, empecé a pedir la colaboración de los creativos de la productora, así como también de miembros de otras agencias de publicidad, para entregar juguetes a los niños en su nombre. Empecé a entregar juguetes por todos lados, sumando a mis amigos a lo largo del camino. Me gustó unir la creatividad de la productora, que ya había funcionado como centro de acopio en años anteriores, y uno de los creativos me propuso darle un carácter más formal a la actividad. Así nació el proyecto, de una mesa de trabajo en la que varios creativos participaron en un concurso que hice, con la intención de sugerir nombres para la fundación. El nombre más votado fue Caja Mágica”.
A partir de ese hito, ¿cómo empezó su trabajo “formal”?
“Empezamos a producir mensajes de generosidad, gracias al apoyo de la gente de Guayoyo Motion Graphics, Bacalao Men y más gente talentosa y creativa que se empezó a sumar a este movimiento. Pensé que, como creativos, acostumbrábamos a trabajar para los clientes, así que trabajaríamos también para los niños. Empezamos a distribuir las ‘cajas mágicas’ en las agencias para que ahí se depositaran los juguetes para donar. En aquel momento sumábamos unas 24 cajas que los empleados y clientes de las agencias donaban generosamente. También hicimos murales en el barrio La Dolorita (Petare), concursos de cuentos, donamos libros para la Biblioteca de Niños Invidentes del Junquito, hicimos talleres de fotografía para niños de bajos recursos dictados por profesionales como Mónica Trejo, Miguel Ángel Alonso, Mauricio Donelli, entre otros. A propósito de esto último, los niños aprendieron técnicas de composición, color y los mecanismos de una cámara, artefactos que también les donamos; acto seguido, este proyecto concluyó con un calendario conformado por fotografías realizadas por los propios niños: allí participaron artistas como Emma Rabbe, Erika De la Vega, Norkys Batista, la banda Famasloop, entre otros que participaron como figuras de cuentos infantiles, esa fue la temática que elegimos”.
¿Cómo definirías la labor de Caja Mágica?
“Nuestra labor es llevar sonrisas y creatividad a los niños que no tienen recursos, para que, a través de las herramientas que les damos, puedan ver el día con otro color. Queremos que vean la creatividad como la mejor herramienta para salir adelante y superar obstáculos. A través de ella pueden tener el ingenio y las habilidades para recorrer el camino que tienen por delante”.
¿Qué aspirabas cuando comenzaste a recorrer este camino?
“Quería agradecerle al universo lo bien que estaba, desde el punto de vista profesional y personal. Fue una iniciativa muy chiquita, nunca imaginé que de eso saldría una fundación, que apoyaríamos a más de 500 niños y que podríamos trabajar con las Damas Salesianas. Lo importante siempre fue ayudar a los niños, al principio dándoles una mejor Navidad. Ahora hacemos actividades que tienen que ver con el Día del Niño y el Día de la Paz, es decir, queremos transmitir mensajes que involucren a los niños y los muevan”.
¿Cómo hacen posible este proyecto a pesar de la crisis generalizada que vive el país y ahora en el marco de una emergencia sanitaria?
“Esto hace más cuesta arriba que la gente tenga recursos para ayudar, pero la generosidad sigue latente en los venezolanos, incluso en los que están afuera y quieren ayudar. Lo que hemos hecho es enlazarnos con personas de Miami, ciudad en la que contamos con muchos amigos, y hemos establecido un canal de envíos con Ron Logistics. Nuestra coordinadora en tierras estadounidenses, Marianella Arenas, quien trabaja junto a Verónica Colls para hacer los cruces de los donativos. Hemos ampliado el espectro de elementos que hay que donar, en vista de la crisis. El juguete es parte de la infancia, pero al apoyar a casas hogares, hemos percibido necesidades alimenticias y de medicamentos, por lo cual se les intenta apoyar con víveres y enseres”.
¿Quiénes les prestan apoyo?
“Normalmente, los aportes vienen de parte de personas inquietas y generosas. Recientemente, tuvimos una actividad muy bonita con la organización American Colors, con quienes hicimos un comercial, dejando una relación muy buena entre cliente y productora. También nos acompañaron a una casa hogar en Los Altos Mirandinos, en una jornada de juegos y dinámicas muy bonitas con los niños en Navidad. También hicimos contacto con Ismael Cala, de Cala Foundation, y pudimos recibir alimentos para donar a esta casa hogar, estamos muy agradecidos con la organización por permitirnos ser el enlace para que les llegaran más de 40 sacos de alimento. En su momento, recibimos el apoyo de Televen, cuando tenían la posibilidad de transmitir nuestros comerciales. También hacemos clases anuales en el Gimnasio Tres Nueve Ocho, en las que cada participante tiene que donar un juguete para poder estar presente”.
¿Es el primer proyecto de esta naturaleza en el que participas?
“Siendo un proyecto de la productora, estoy muy activa. La productora siempre ha estado muy abierta a prestar sus servicios y sus instalaciones para ayudar a transmitir mensajes beneficiosos para otros. Recientemente, hicimos una pieza sobre la Covid-19, en la que se demuestra qué tantas mujeres han sido víctimas del maltrato estando en casa durante el confinamiento. Lo hicimos para la División de Mujeres de Chicago, de la ONU, y de manera ad honorem. Hemos trabajado para una infinidad de fundaciones, como la Sociedad Anticancerosa de Venezuela, Senosalud, el Hospital Ortopédico Infantil, entre otras muchas campañas que hemos hecho. Estoy muy acostumbrada a hacer actividades de ese tipo”.
¿Qué es lo que te impulsa a ayudar?
“En la medida en que podamos ser generosos, seremos personas más felices. Escuché al psicoterapeuta Michael González diciendo que ‘no hay felices egoístas’, ya que el generoso siempre será una persona feliz. Esta me pareció una frase muy acertada. Como dice el escritor chileno Alejandro Jodorowsky: ‘lo que das, te lo dan, y lo que no, te lo quitan’. Creo que uno no sabe cuánto recibe o cuán alegre sale, con ese corazón gigantesco, cuando participa en este tipo de actividades, sobre todo las que tienen que ver con niños. El corazón se te rebosa y no terminas de saber quién recibe más de quién, si el niño con su regalo o tú por haber participado en esa actividad”.
¿Qué buscas generar en las personas ajenas al proyecto?
“Todos, en la medida que podamos compartir y ser generosos, recibiremos de la vida esa generosidad. Si uno no puede donar, por cualquiera que fuere la razón, puedes donar parte de tu trabajo, con tu habilidad puedes ayudar a otros. Pintamos un mural en La Dolorita, eso le permitió a los niños de esa comunidad tener una extraordinaria actividad y compartir con muchos diseñadores gráficos que, quizás, no podían donar su dinero, pero donaron su arte y eso es muy valioso. Cada uno, desde su rincón y con el conocimiento que tiene, puede permitir que otro adquiera habilidades y darse por pagado, pues no hay mejor recompensa que esa”.
¿Cómo calificarías el trabajo hecho hasta ahora? Y ¿cómo lo llevarías, por decirlo así, al siguiente nivel?
“El siguiente nivel es seguir. Muchas veces pasa que los proyectos de generosidad o de voluntariado son difíciles de mantener en el tiempo, porque hay factores, como los temas inflacionarios y la crisis, que se presentan y le impiden a la gente continuar, o, simplemente, empiezan otra actividad y se dispersan. El siguiente nivel es seguir siendo gente solidaria que, todas las Navidades, va a ayudar a una fundación y a un grupo de niños. Logramos donar 1.500 juguetes en nuestro mejor año, pero en años más discretos han sido 500, 300 o 100 juguetes, pero uno sabe que lo importante es que a 100, 50 o 30 niños les diste una sonrisa. No solo le entregaste a cada uno un juguete, sino que pudiste compartir y estar con él en Navidad, ese niño pudo disfrutar de una sonrisa en su infancia, como lo hice yo. Ellos no son responsables de la crisis, no son responsables de venir a un mundo con inflación, con Covid-19 o con un gobierno que no aplica las correctas medidas económicas. Todo lo que uno pueda hacer por su infancia y para que tengan una niñez feliz y sonriente se traducirá en adultos más felices. La generosidad es mi apuesta”.
Aquellos interesados en apoyar la labor de Caja Mágica, pueden contactarlos a través de @caja_magica (Instagram) o mandar un correo a constanza@sodaproducciones.net. En Caja Mágica pueden participar en actividades de voluntariado o compartir iniciativas benéficas para desarrollar.
Hoy más que nunca es fundamental mostrar y replicar las historias de lo bueno que hacemos, de lo mejor de nuestros gentilicio, con el fin de (re)construir ese tejido social que propone y actúa por el bien común.
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* Fotos: Cortesía Constanza Profeta