El historiador tiene dudas sobre el papel que las élites actuales tendrán en la reconstrucción del sistema de libertades en el país
Individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia, Tomás Straka es director del Doctorado en Historia de la UCAB, así como del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH) de la casa de estudios.
Desde el IIH, el profesor y sus colegas pusieron en marcha un proyecto de investigación sobre la «desdemocratización» que atraviesa Venezuela, proceso que se inicio a finales de los años 80 y se acentuó con la llegada del chavismo al poder.
En una entrevista concedida a El Ucabista, Straka ofreció su mirada sobre el derrocamiento del general Marcos Pérez Jiménez, el papel que tuvieron las élites intelectuales y económicas en la erosión del sistema político que se instauró tras el fin de la dictadura y las posibilidades de reconstruir el régimen de libertades públicas en el país.
Acá algunos extractos de las ideas que el profesor puso sobre la mesa.
1.- ¿Por qué cayó Marcos Pérez Jiménez?
«Hay muchas razones, pero una de las principales fue su falta de destreza política, que al final lo llevó a enfrentarse con prácticamente todos los actores importantes del país. Cuando ya la Fuerza Armada misma consideró que era más costoso tener a Pérez Jiménez en el gobierno que no tenerlo, ya era el último muro de contención que tenían para que se viniera abajo. Por alguna razón o por otra, prácticamente todos los sectores que, en el año 48, apoyaron el golpe de Estado que derrocó a Rómulo Gallegos -y esto incluye incluso a unos partidos democráticos de oposición-, diez años después habían llegado a la conclusión de que Pérez Jiménez no representaba sus aspiraciones, sino que era contrario de ellas. Lo que ocurrió es que toda la sociedad, en mayor o menor medida, se le opuso. Digamos, las ‘fuerzas vivas’ que le apoyaron se le opusieron y esto generó su desmoronamiento (…)
La represión sola no consolida el poder, ni evita que sectores opuestos al gobierno actúen en contra del mismo. Hasta el dictador más dictador tiene que tender puentes; esto es algo que, por ejemplo, entendió Gómez mejor que Pérez Jiménez».
2.- ¿Se ha enseñado a los estudiantes el valor histórico del 23 de enero de 1958?
«Se ha enseñado muy poco porque, en términos generales, la historia venezolana se aprende poco y mal. La educación media venezolana tiene décadas siendo un absoluto fracaso en la enseñanza de la historia o, por lo menos, la enseñanza de la historia con un sentido crítico. Todo el mundo tiene memoria histórica, lo cual no significa que tenga conciencia histórica, es decir, que esa memoria responda a la verosimilitud, responda a la veracidad, o esté bien comprendida y procesada… La memoria histórica ha sido ocupada por otros sectores distintos a la escuela y a la educación formal, sobre todo grupos que tienen que ver con la política.
A los estudiantes se les debería enseñar dos o tres cosas fundamentales, pero la principal es el desarrollo del sentido histórico, es decir, la capacidad para pensar con autonomía y tener herramientas que les permitan ser analíticos y llegar a sus propias conclusiones con un sentido crítico, sin rendirle tributo a verdades consagradas ni arrodillarse ante ídolos.
Los estudiantes deben ver la caída de Pérez Jiménez dentro de un proceso mucho más amplio, que es el esfuerzo de la sociedad venezolana por construir una modernidad política, económica y social; también deben comprender cómo ese esfuerzo precede a Pérez Jiménez, por mucho, y continuó después de Pérez Jiménez».
3.- ¿Por qué investigar el deterioro de la democracia nacida a partir de 1958?
«En el IIIH (…) estamos empezando a estudiar por qué el sistema democrático nacido en el año 1958, que parecía en un momento tenerlo todo a su favor, comenzó lentamente a rodar por un plano inclinado, hasta colapsar en el transcurso más o menos de 20 años; es decir, del año 78 al año 98. El objetivo es entender y desarrollar un poco un conocimiento sistemático, reflexivo y fundamentado sobre los últimos años del régimen anterior, que no han sido estudiados desde una perspectiva histórica. Hay muchas cosas que se dicen, se discute mucho, pero no se han evaluado ni investigado con detenimiento. Cuando hablamos del 23E como una memoria histórica, en la cual la historia y la enseñanza de la historia ha dado paso a lo que dicen los recuerdos sobre esa última parte, sobre esos últimos 20 años no hay mucho que decir. Todavía no ha sido sistemáticamente sintetizado y analizado ese período».
4 ¿Qué responsabilidad tuvieron las élites económicas en la erosión del sistema democrático nacido tras la caída de Marcos Pérez Jiménez?
«En el proceso de desdemocratización venezolana, las élites tuvieron un papel muy importante, porque -en última instancia- eran las que estaban a cargo y se les fue de las manos. El principal error que tuvieron las élites venezolanas, a finales de las décadas de los 80 y 90, fue no aceptar las reformas que el país necesitaba. El sistema político y el modelo de desarrollo venezolano estaban agotados; hacían falta unas reformas, pero esas reformas eran relativamente dolorosas: implicaban compartir poder o, en todo caso, renunciar a ciertos privilegios dentro de la repartición de la renta petrolera. Al unísono con las mayorías, las élites no quisieron las reformas».
5.- ¿Tendrán las élites actuales un papel en la reconstrucción de la democracia?
«En la reconstrucción de una democracia en Venezuela, las élites deberían tener algún papel. Eso está por verse, porque la función de la élite es la dirigencia y el liderazgo de la sociedad, y los grandes procesos necesitan de liderazgos. Habría que ver qué nuevas élites surgen, porque no pueden ser las anteriores, ya que desaparecieron o se transformaron de tal manera que se convirtieron en otra cosa».
6.- ¿Qué significado tienen los resultados de las elecciones en Barinas para la lucha democrática?
«Estas elecciones fueron como una especie de gran encuesta, porque demostraron muy claramente el nivel de impopularidad del gobierno de Nicolás Maduro. En última instancia, no sabemos qué es lo que está pasando con Barinas. No sabemos cuál va a ser la dimensión de aquello; bien puede ser un cambio importante en el panorama o puede ser lo que en Europa llaman ‘nieve de Pascua’, una sola nevada que en media hora se esfuma (…)
Una primera aproximación, y en términos muy amplios, podría llevarnos a pensar que los resultados de Barinas expresan un reacomodo dentro del bloque de poder dentro del chavismo, a nivel regional.
También pudiera significar un reacomodo en la vida venezolana, en la cual el Estado (gobierno) y la oposición, o distintos sectores de la misma, están logrando coexistir y cohabitar de alguna manera…. Si este es un nuevo sistema de cohabitación que la oposición pudiera usar como forma de impulso, ya eso está por verse».
7.- ¿Cuáles son las perspectivas de recuperación de la democracia venezolana?
«Hay una idea del (historiador) Germán Carrera Damas que me gustaría emplear. Él dice que, por primera vez en la historia venezolana, en la actualidad es el pueblo el que reclama la democracia a las élites, sean cuales sean ellas, y que no es un grupo de las élites, ni una vanguardia de la élite ni una dirigencia determinada la que le está llevando la democracia al pueblo, como quien lleva una buena nueva y trata de evangelizar al pueblo con unos valores. Esa presión de abajo hacia arriba, para Carrera Damas, es muy esperanzadora y yo creo que es un signo interesante (…)
(Sin embargo), no podemos cerrar los ojos ante el contexto mundial sobre la democracia. Actualmente, vemos una re autocratización de muchos países del mundo. Hay líderes populistas, personalistas, autoritarios, que han ocupado lugares importantes inclusive dentro de la Unión Europea. Esta es una esperanza que tiene que ser tan mesurada, precavida y cautelosa, como lo indican las circunstancias, pero es una esperanza al fin y al cabo».
La entrevista completa, realizada por Daniel De Alba Suárez, está disponible haciendo clic en el siguiente enlace:
*Fotos: Manuel Sardá (apertura) y archivo (internas)