La Red de Acción Social de la Iglesia Católica (RASI) arribó al décimo aniversario de su Encuentro Constructores de Paz, espacio en el que se dan cita miembros de 15 organizaciones de base para compartir sus experiencias de ayuda humanitaria, desarrollo comunitario y promoción humana.
La actividad tuvo lugar en el Aula Magna de la UCAB el pasado viernes 31 de mayo. Este año, la reflexión estuvo centrada en la dignidad humana, que en medio del grave contexto político, económico y social del país, se ha visto seriamente afectada por un comportamiento social generalizado que promueve el atropello y la violencia.
“Cada vez se hace más evidente la violencia en todas las instancias de la vida nacional, desde el Estado con la violación de los Derechos Humanos, la violencia en las calles, en la relación con el otro, en las reacciones de la gente, en el seno de las familias, en el aumento del maltrato. Se ha ido apoderando de nosotros como población y ha ido entrando en nuestra cultura, “la guerra” como elemento presente. Y la guerra es lo contrario a la paz”, señala el comunicado de la RASI leído por Juan Salvador Pérez, representante de la Organización Social Católica San Ignacio, ante más de 500 activistas comunitarios, reunidos en el Aula Magna de la Universidad Católica Andrés Bello.
“No se vale simplemente sobrevivir”
El padre Francisco José Virtuoso, rector de la UCAB, inauguró el encuentro afirmando que en Venezuela vivir con dignidad significa “defender, exigir y luchar por nuestra dignidad. Una dignidad que nos ha sido arrebatada y no nos las van a regalar”.
Según Virtuoso, ante las estrategias de control social y dependencia ejercidas contra la población del país, las organizaciones sociales de la Iglesia deben convertir la dignidad en una bandera de lucha, no sólo a través de la exigencia de derechos esenciales a la salud, la alimentación o a la educación sino despertando en los ciudadanos la conciencia de que tienen ese derecho como personas.
Monseñor José Trinidad Fernández, secretario General de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), llevó el saludo de parte del cuerpo eclesial a los asistentes, reafirmando que la Iglesia católica está comprometida no sólo a denunciar las situaciones que comprometen la dignidad sino a crear alternativas para superar la crisis y crear espacios para la reconciliación, la solidaridad y la paz.
“La escala y la naturaleza lenta de la emergencia que hoy vivimos nos están mostrando que estamos ante una necesidad más profunda. El objetivo no sólo puede responder a salvar vidas, sino a protegerlas de las vulneraciones más violentas que ponen en riesgo la dignidad de una nación y menoscaba nuestro capital humano para la construcción de futuro”.
Afirmó que el trabajo de la Iglesia va más allá de ofrecer ayuda material. “Es necesario estar siempre atentos a no caer en la tentación de vivir una caridad hipócrita o engañosa, una caridad identificada con la limosna. Si no hay relación personal con los pobres porque la caridad de dar limosna es falsa si no toca el corazón y el alma”.
Diana Vegas, directora ejecutiva del Grupo Social CESAP, recordó que quienes están trabajando en medio del caos de servicios esenciales y de la fragilidad institucional del país, tienen el deber de persistir en la tarea. «Nos toca defender, resistir y reinvindicar la dignidad como derecho esencial. Nos toca en esta crisis no ser víctimas sino sobrevivientes”.
Ayuda humanitaria: más allá de las donaciones
La especialista en atención de emergencias y asesora nutricional de Cáritas Venezuela, Susana Rafalli, presentó una ponencia en la que colocó el acento sobre los principios éticos y técnicos que deben regir la actuación humanitaria desde el enfoque de la Doctrina Social de la Iglesia.
“La ayuda humanitaria es mucho más que administrar donaciones. Trasciende el contenido de una bolsa, de una tableta potabilizadora, de un kit de higiene. La acción humanitaria debe poder escuchar al otro, acogerlo, liberarlo de esa situación y restablecer el goce de sus derechos”.
Feliciano Reyna, director de la ONG Acción Solidaria, expuso sobre el vínculo entre derechos humanos y la acción humanitaria, como un mecanismo de preservación de la dignidad humana.
“El trabajo entre organizaciones ha generado información para documentar esta crisis, ver la magnitud y que no se olvide las responsabilidades. De este tránsito de los derechos humanos a la acción humanitaria también quiero rescatar el nivel de solidaridad, la capacidad de organizarnos, de formar vínculos para ayudar, para contribuir, evitar muertes y sufrimiento. Eso es la esencia de la acción humanitaria”.
Paola Bautista Alemán, encargada de cerrar las ponencias con el tema «Valores democráticos para la vida digna», alertó sobre los regímenes en que las personas son prescindibles y lo que importa es la justificación de una ideología. Señaló que en Venezuela deben crearse condiciones predemocráticas en las que se recupere la centralidad de las personas, sin desdibujarlas sino valorándolas en su singularidad concreta y espiritual.
Luego de las ponencias centrales se desarrollaron 12 mesas de trabajo formativas, en las que participaron los más de 400 asistentes al encuentro. Los grupos estuvieron a cargo de Provea, Cáritas, la UCAB, Fundación Centro Gumilla, Psicólogos Sin Fronteras, Fundación Mahatma Gandhi, Fe y Alegría, Espacio Público y el periodista Luis Carlos Díaz.
Al cierre de la actividad, se presentaron las experiencias de solidaridad de la ONG Prepara Familia, que tiene un importante trabajo de acompañamiento a las familias y los niños del hospital J.M. de los Ríos; Fe y Alegría y las Madres Promotoras de Paz, que trabajan en Ciudad Guayana para concienciar a la familia sobre la reproducción de la violencia en el trato cotidiano; el Servicio Jesuita de Refugiados y su caravana cultural, un espacio para la recreación y la hospitalidad de los migrantes; y la Fundación Latidos, que trabaja en la comunidad de La Carucieña, estado Lara, en la promoción de actividades culturales con niños, jóvenes y adultos mayores.
♦Nota de prensa elaborada por el Centro Gumilla/Fotos: Manuel Sardá